El café derramado cayo sobre mi, dicen que no hay rencores, que no hay dolor, pero... ¿Que chingados es esto que siento en el pecho cada vez que te veo? La inundación me inundo y con ella me ahogue y al final yo regreso anfibio, viviendo debajo de la marea, donde nadie me puede ver... pero yo si puedo escuchar y te escucho, te escucho, te escucho, te escucho, te escucho, te escucho, te escucho, te escucho y te escucho feliz, mientras me pregunto por que me sumergí.
domingo, 18 de enero de 2009
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3 comentarios:
Grande, ¡maese!
pffff....me erizo la piel.¡¡¡
Me gustan mucho este tipo de microhistorias en las que armas tan buenas imagenes y la trama y el personaje tienen su metamorfosis. Y el final agridulce.
Soy fan...
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