miércoles, 3 de octubre de 2012

257

No puedes volar, si no abres la puerta de la jaula en la que estás.

martes, 14 de agosto de 2012

256

Lo único que puedo decir de ese día es que era un día nublado y tranquilo, después de entregar un trabajo que tenía pendiente salí del fraccionamiento donde me encontraba para dirigirme a mi coche, me subí, pasé mi computadora al asiento de atrás, quité el freno de mano, lo prendí y arranqué. Manejé despacio (como suelo hacerlo) hasta que miré por el retrovisor y vi un coche que se acercaba mucho, pensé que simplemente me quería rebasar, pero al orillarme el otro auto hizo lo mismo, así que volví a avanzar pero ya con mi delirio de persecución encendido, mi decisión fue perder a este tipo o tipa a como diera lugar, pues no quería saber cuales eran sus intensiones. Impulsado por los nervios aceleré como casi nunca lo había hecho, las llantas grandes de mi auto pasaban volando como sin nada los topes por los que trataba de perder el misterioso auto, que al dar vuelta en calles para despistarlo volvía a aparecer acelerando en la siguiente cuadra, mi desesperación aumento al punto de mejor estacionarme de manera que pudiera escapar si mi persecutor se estacionaba y bajaba de su coche, pero también podía esperar a que pasara su coche, ver quien era el maldito y saber si tenía pensado hacer algo contra mi persona. 
El auto me pasó y me relajé un poco pensando que tal vez todo era mi imaginación, pero no, solamente me rebasó para estacionarse a unos cincuenta metros adelante de mi, pude ver como al momento de estacionarse un hombre abrió la puerta, se bajó rápidamente y empezó a caminar hacía mi, miré sus manos en busca de algún arma y al no verla, decidí abrir la puerta de mi coche para encontrarlo y saber por fin que es lo que quería, al hacer esto puede escuchar su voz y fue grande mi sorpresa cuando las primeras palabras que salieron de su boca eran:
-¿Cuánto quieres por él?
Yo volteé curioso a donde me señalaba para darme cuenta que había sido un idiota, miré el signo de precio junto con un letrero grande que decía "SE VENDE"… fue ahí cuando recordé que estaba vendiendo mi coche.

jueves, 29 de marzo de 2012

256

Llegaste un día y tocaste en la puerta de mi casa con una sonrisa de oreja a oreja, causando que tus ojos detrás de los anteojos se cerrara un poquito, me dijiste hola y yo te dejé pasar a la sala de espera aun sabiendo que no estaba en condiciones de visitas, pero me agrado la tuya y de vez en cuando me venias a visitar, poco a poco te dejé pasar hasta la cocina, juntos fuimos adornando mi casa, te deje poner algunos adornos en el interior que no eran de mi agrado, por lo menos no del todo, pero viniendo de ti podía aceptar cualquier cosa, me ayudaste a expandir las paredes de mi casa y las pintamos de tus colores, poníamos música de los discos que me regalaste, colgamos fotografías que nos tomamos y no te dabas cuenta que mi casa ya era tuya, era de los dos, tu querías escuchar que yo te lo dijera y al no escucharlo, un día saliste por la puerta de atrás sin que yo me diera cuenta, cuando te fui a buscar ya no querías entrar, logré convencerte un rato pero ya no era igual, hasta que un día al no sentirte cómoda en mi casa decidiste entrar con alguien mas sin que me diera cuenta y empezaste a destruirlo todo, la canciones, las paredes, los adornos, las fotografías, dejaste mi casa en ruinas y cuando me di cuenta, no lo podía creer, yo sabía que eso podía pasar, me dijiste que no te gustó como había quedado todo, que te ibas con tus colores a adornar otro lugar, me enojé conmigo mismo por dejarte entrar en primer lugar, no contigo, aun que después de esto ya no quería ni ser tu amigo, después regresaste para visitar y ver como iba todo, pero por todo lo que había pasado yo ya no podía confiar… a lo mejor después de un tiempo te pueda dejar entrar a visitar mi nuevo hogar.

lunes, 2 de enero de 2012

255

Después de mucho tiempo, antes de tomar la curva, los dos de pie y corriendo, un corredor estaba a punto de rebasar al otro corredor y este le dice:
-¡Ey! ¡Espera!
El corredor que estaba apunto de seguir su rumbo dejando atrás al otro, bajó un poco la velocidad y mientras seguían corriendo le preguntó:
-¿Que quieres?
-Solo saludar, es que pensé que estabas corriendo en sentido contrarío al mío.
-Si, lo estaba, pero me aburrí y decidí volver a correr en esta dirección.
Sin dejar de correr el corredor le sonrió y le dijo:
-Que bueno, me da mucho gusto eso.
-¿Si? ¿Porqué?
-Pues no sé… ¿Recuerdas la última vez que hablamos? Me dijiste que ya no querías volver a correr conmigo, que tenías miedo de que te volviera a tirar y te dejará ahí tirado, por eso empezaste a correr en sentido contrario.
-Si claro, pero todo eso después de levantarme.
-Pues si, pero lo que no me había dado cuenta, es que cuando te tiré, yo también me caí y me caí muy fuerte, me lastimé muchísimo, tuve que arrastrarme y gatear para volverme a levantar y poder volver a correr como lo hago ahora, pero correr acompañado ya no era lo mismo sin ti.
-Lo sé, a mi también me costó mucho trabajo levantarme.
Después de eso hubo un silencio que era todo menos incomodo, una ausencia de palabras pero no de comunicación, en el ambiente se escuchaba como el paso de sus trotes y su velocidad se sincronizaba.
-Se que ha pasado mucho tiempo, pero creo que puede funcionar… ¿Quieres volver a intentar correr a mi lado?
-No lo sé, esto me agrada, pero… ¿Si me caigo en el camino?
-Yo voy a estar ahí para levantarte y espero que si yo me caigo tu estés ahí para levantarme.
-¿Y si los dos nos caemos?
-Pues nos levantamos al mismo tiempo.
-¿Y a dónde nos dirigimos? 
-Eso no lo sé y no me interesa, la pista parece tener la forma de un 8, pero eso no me importa mientras estés corriendo a mi lado… ¿Qué dices? ¿Lo intentamos?

En esta parte el narrador salió al baño y dejó en tus manos la respuesta.
(Insertar final aquí.)