domingo, 30 de noviembre de 2008

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Lo que alguna vez fue santo y consagrado, hoy aparece en mi banqueta sangrado y corrompido; al principio, tengo que admitir que no lo vi y en la mañana le pasé el coche por encima, me bajé asustado y al verlo en el suelo, solo me dijo con una voz cansada: "Tengo muchos conocidos, pero pocos son mis amigos, siempre ha sido así, no me mates por favor." 
Yo solo lo miré con una sonrisa sarcástica en la boca, como dándole la razón y luego me miré los pies y me di cuenta que estaba descalzo... exactamente igual que él.

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