Y un día, así, de la nada, apareció.
detrás de un árbol o ¿cayó de un árbol?,
no recuerdo, lo que sí recuerdo es que estaba sonriendo,
me saludó con la mano y después se acercó,
se acercó tanto que pude ver el color de sus ojos,
eran color verde, no, eran café clarito, no, eran color color galaxia.
Giró la cabeza un poco y sin dejar de sonreír me dijo:
-Hola.
-Hola.
Le respondí.
-Te encontré.
Me dijo.
-Pero si no estaba perdido.
Contesté.
-Tal vez no lo sabías o no te habías dado cuenta.
Me quedé pensando mientras me paseaba en su mirada y le pregunté.
-¿Entonces me toca buscarte?
Sonrió y me dijo.
-No, ahora vamos a jugar otra cosa.
Me tomó de la mano, me contagió su sonrisa
y así, nos fuimos jugando.
Porque el mundo era enorme, pero se hizo pequeño para encontrarnos.